viernes, abril 04, 2014

Julio de Lazúrtegui González


El visionario que atrajo la industrialización al Bierzo.
Nuestro personaje nace en Bilbao en 1859, con raíces vascas e indianas. Su característica fundamental sería sus dotes casi de visionario y de un fuerte optimismo de cara al futuro de su país. En el momento que le tocó vivir su juventud tras el Desastre de 1898 y en pleno regeneracionismo, con un país que había perdido sus colonias y el tren europeo, su máxima aspiración era superar esta situación mediante la observancia de lo que ocurría en una Europa en plena fase de desarrollo industrial. Así visitaría pronto Inglaterra y Alemania especialmente, además de Suecia, Bélgica (también el México de una parte de su familia en el que trataría de establecer contactos hispanoamericanos). Su atención y estudios no sólo se enfocaban en lo industrial (minería) sino que era un gran aficionado a la música y le veremos incluso publicando un estudio sobre la música del País de Galés aprovechando una estancia en Inglaterra por negocios, así mismo era fan de Wagner o Vivaldi a los que daría su nombre a dos conocidos cotos mineros de Hierro en El Bierzo, con una especie de genialidad de compaginar ambas facetas al resaltar la innovación y fuerza que traían estos artistas a la música clásica y la que él mismo quería traer también al panorama industrial español siguiendo las corrientes centroeuropeas.
Sus contactos y posición acomodada le permitirían iniciar estos proyectos y fijarse en El Bierzo ante lo agotado del modelo Vizcaíno (y como empresario su ojo buscaba terrenos vírgenes alejados de los monopolios extranjeros que explotaban su tierra) como una nueva zona a explotar industrialmente ante la abundancia de hierro, carbón y agua que allí descubre, siendo el verdadero descubridor de las riquezas del Bierzo. Su idealismo y visión de futuro nunca fue comprendido por las élites dirigentes o empresariales españolas, y con desesperación vería como sus proyectos fueron quedándose a medias e incluso con circunstancias favorables como el contexto de la Primera Guerra Mundial que obliga a España a proveerse así misma de hierro y carbón así como ve la oportunidad de ventas a los beligerantes, sólo se busca el beneficio a corto plazo y no se invierte en el futuro. Así su “Vizcaya a crear en El Bierzo” (que publica ya en 1918) quedaría coja de siderurgia y comunicaciones, ni Altos Hornos ni ferrocarril hasta el Mar por Ribadeo y unas minas de hierro que acabarían cerrando.
Con todo y en lo que más nos interesa como bercianos podría considerársele el primer descubridor de las riquezas minerales del Bierzo, o más bien y precísamente, el que atraería la atención sobre las mismas para que en el periodo crítico de 1918 el Estado con su ministro Cambó decida lanzar el proyecto del propio Lazúrtegui con la creación de la MSP, aunque como sabemos quedase a medias y en vistas de fines menos optimistas o a largo plazo, si bien empezó con todo el paso firme posible. Lazúrtegui se implica de forma directa en esta febril actividad con el Coto Wagner (aunque pronto lo cederá y no será verdaderamente explotado hasta 1953) y otros proyectos mineros y ferroviarios en la zona de Ribadeo, para los que se constituye en gestor de una sociedad minera. Se llega a plantear en otro de sus “alocados” proyectos unir el ferrocarril minero de Ribadeo con Villafranca para dar la necesaria salida al litoral al mineral berciano, hecho que hubiera permitido una verdadera siderurgia y cuya imposibilidad explica la inconclusión del extremo del proyecto.
Otra faceta de Lazúrtegui es su americanismo quizás motivado en gran parte por sus raíces mexicanas por parte de su madre, y más bien tras el Desastre ve la necesidad de reabrir las relaciones con Hispanoamérica para establecer Bilbao como puerto hacia América, donde plantea varias exposiciones universales o un barco-exposición con rumbo a América. Esta unión garantizaría la recuperación económica de España así como reafirmar los lazos culturales, en un segundo plano pero no tan alejado como pudiéramos suponer dados los constantes intereses culturales de Don Julio siempre en contacto con los capitalistas. Tanto es así que le vemos presente en la vida cultural bilbaína en torno a su teatro a donde por ejemplo fomenta la llegada de las novedosas obras de Wagner a la ciudad.
En sus viajes reafirma sus ideales. Desde su juventud en Alemania e Inglaterra como estudiante, a donde vuelve en repetidas ocasiones. Su dominio del inglés (gracias al que llega a publicar una novedosa guía inglesa de Bilbao) y probablemente del francés y alemán le permiten estar en contacto con las modas europeas, como vemos. Sus vinculaciones al círculo empresarial vasco del que es representante en diversas ocasiones también le hacen participar en congresos internacionales del Instituto del acero le hacen viajar a Rhenania donde compara y asemeja los frondosos paisajes entorno al lago Laach con el berciano lago de Carucedo o a los robledales de las montañas de Peñalba. Alaba en 1902 la fijación alemana por la industria del acero, sus avances técnicos y su proteccionismo sobre las minas de Lorena y Suecia (concuerdan con su propio nacionalismo aunque nunca hizo gala del mismo en sus escritos, así como su ideología monárquica que prefiere guardar para su intimidad y no tergiversar con ello a sus lectores). También visita la Exposición Universal de París de 1900 donde se traslada con toda su familia durante un mes como embajador español y compara el desarrollo de la provincia de Vizcaya en conexión con su desarrollo industrial con lo sucedido igualmente en otras zonas Europeas industrializadas. También viaja a Suecia donde alaba el aprovechamiento técnico de sus minas así como indica varias posibilidades que le valen el recibir el prestigioso premio de la órden de Wasa, no muy común para los extranjeros. Igualmente tras un largo periplo por América escribe una de sus obras más importantes España ante el Hemisferio Occidente, agudo estudio de las relaciones entre ambos lados del Atlántico.
Hasta sus últimos años permanece fiel a su trabajo y aficiones si bien la vejez le impide ejercitarlos en profundidad y así en 1943 una enfermedad respiratoria mal curada da fin a su vida, dejando todavía la tinta fresca de los artículos (vocación cuasi periodística que le ocupa los últimos años) que escribía en su despacho. Ya en 1922 Ponferrada le había honrado con poner su nombre a su principal plaza, llamada hasta entonces de La Puebla o de los mesones, hecho que le trajo gran alegría en su momento y ante el que admitió textualmente que le trajo sosiego ante la ingratitud e incomprensión que sufrió durante su vida por causa de sus ambiciosos y visionarios proyectos.

lunes, noviembre 11, 2013

Juan de Torres


El primer “alcalde” de Ponferrada y corregidor de la Provincia del Bierzo.
 El fin de la Edad Media y el comienzo de la Edad Moderna viene acompañado de grandes cambios y avances sociopolíticos, siendo el caso de lo ocurrido en la villa de Ponferrada  a fines del siglo XV, ejemplo muy claro e ilustrativo.
El feudalismo está agonizando, y tras largas pugnas la monarquía va reafirmando su poder y conduciendo a un Estado moderno, cada vez más centralizado (que acabaría finalmente, siglos después llevando al Absolutismo). La supresión de los usos de la costumbre, las prebendas nobiliarias y demás desmanes propios del medievo van siendo sustituidos por el uso de Leyes y la práctica del Derecho. Así mismo estos Estados al centralizarse van acumulando mayor poder para acometer empresas importantes como en nuestro caso sería la conquista de América. Es un proceso general en Europa pero muy temprano y acusado en la Corona de Castilla bajo el liderazgo de Isabel I la Católica que tras varias guerras intestinas logra someter a la nobleza levantisca y retirarles el poder. En términos generales esto redunda en un avance general de la sociedad y en definitiva en un cambio de era.
Todo esto como indicamos lo vemos reflejado en la capital del Bierzo (que de hecho comenzaría más bien a serlo en este periodo). Tras las guerras Irmandiñas, que tuvieron también como protagonista a la ciudad o más bien digamos fortaleza -ya que la muy destacada importancia y situación estratégica del castillo templario primaban sobre un pequeño burgo-, se producirá una nueva escalada en las revueltas nobiliarias y conflictos feudales propios de la época. Tras la muerte del poderoso Conde de Lemos se produce una crisis por su herencia, principalmente por una parte su nieto bastardo Rodrigo Enríquez Osorio (o hijo ilegítimo según algunos) y por la otra su hija, casada con el hijo del Conde de Benavente, Luis de Pimentel. El primero ocupa militarmente la fortaleza, pero a pesar de una ferviente oposición cuando los Reyes Católicos intervienen y dan a los Pimentel la razón, se aviene las condiciones y a su perdón real que son el pago de grandes indemnizaciones por la guerra y el quedar sólo con la parte gallega de la heredad de Lemos. Todo esto viene de un acuerdo entre los Pimentel y la Corona que venden la villa de Ponferrada a la Reina (14 de Abril de 1486) a cambio de la creación para ellos de un nuevo título, el marquesado de Villafranca.
Con ello inicia la ciudad una nueva andadura como villa de realengo, dejando de ser feudo del condado de Lemos. La Corona es consciente de la importancia estratégica y la necesidad de poner fin a las guerras habituales en la zona entre nobles, pero destacadamente de acrecentar su poder y control, con la nueva incorporación. La ciudad pasaría a estar regida por funcionarios reales, con el nombre de Corregidores, muchos formados en las nuevas universidades, licenciados doctos en Derecho. Como aseveraba el cronista Hernando del Pulgar, un nuevo momento se abría para la ciudad en el que “Todos, el caballero y el escudero que antes sojuzgaban con violencia al trabajador y al oficial, se sometían por miedo a la justicia que el rey y la reina mandaban ejecutar”. Los Reyes Católicos observarían de primera mano todo el proceso al pasar por la ciudad y pernoctar en ella, mientras hacían el camino de Santiago el 6 de septiembre de 1486 e igualmente a su vuelta en octubre.
Sin embargo el primero de estos funcionarios (tras un efímero “alcalde mayor”), dada la situación complicada en la que llega, parece ser más bien hombre de armas que reúne en su cargo también la alcaidía del Castillo. Este no es otro que Juan de Torres, por lo que sabemos procedente del interior de Castilla, probablemente es elegido (1487) al estar casado con la hija de uno de los contadores reales que impusieron las retribuciones de guerra al conde Rodrigo.
Entre sus atribuciones omnímodas y variadas  en este nuevo cargo creado por la administración real de Corregidor, se cuentan el representar a los reyes, actuar contra la nobleza, pacificar, impartir Justicia y policía, velar por el órden público, cuestiones fiscales etc; pero no sólo en el territorio de realengo de la villa ponferradina sino en el amplio y difuso contorno de la llamada provincia del Bierzo de la época que se desparramaba hacia Valdeorras, zonas del Cebreiro, Laciana y la Maragatería. La ciudad va cobrando importancia y creciendo como cabeza del área dejando su papel de plaza militar para pasar a convertirse en un burgo (núcleo poblacional y comercial), como ejemplo de ello entre las medidas que se toman con el nuevo corregidor es el permiso para un Mercado franco todos los miércoles (1487), inicio de una práctica que aun hoy perdura. Igualmente prácticas medievales como cierto impuesto son retirados en pos de una administración más racional, el llamado pago del pedido creado por el conde de Lemos haciendo de un impuesto extraordinario, algo de uso rutinario, en todo ello actuaría Juan de Torres directamente. Otro indicio del auge de la bisoña villa es el establecimiento de una pequeña judería de reciente formación y que tras las protestas vecinales es confinada en estos momentos a una zona delimitada separada de los cristianos como así ordenaban las leyes de 1480, en un proceso que conduciría a su expulsión poco después del cese de Juan de Torres.
Los roces con el estamento nobiliario continuarían con el nuevo Marques de Villafranca que pretendía acrecentar su poder y desconocer los límites del territorio de realengo. Por ello Juan de Torres se encontraría con un gran enemigo, el pendenciero y correoso Mendaña de Yebra, noble de bajo escalafón señor de Bárcena y Posada del Rio, aposentado en la señorial Molinaseca. Este hombre actuando como agente del marqués y con un grupo de hombres de armas irrumpe en diferentes actividades coercitivas y violentas que Juan de Torres deberá afrontar. Principalmente ocupa la aldea de Onamio que si bien pertenecía al territorio de realengo ponferradino aduciendo antiguos usos y mediante las armas la ocupa durante años, cobrando impuestos feudales y desgajando a los campesinos de su vinculación a Ponferrada. (Tras un largo periodo de avatares y con la muerte en la cárcel ponferradina de Mendaña, la aldea sería devuelta a la villa).
También habría roces con el estamento clerical, al haber disputas territoriales igualmente con el Monasterio de Carracedo por el control de la fértil dehesa del Fabero.
Su amplio territorio de actuación le llevaría a impartir justicia activamente en zonas alejadas como El Bollo y Valdeorras, o Aguiar, San Lorenzo, Carracedo, zonas de la maragatería. En definitiva el área de la llamada provincia del Bierzo que se comienza a reprefigurar.
Tras su cese por el periodo establecido como corregidor, es sometido a una pesquisa de su administración como era uso legalista de la época, y en ella se enfrentaría a diversos cargos que serían sobreseídos tras un largo periodo de procesos. Entre ellos ciertas acusaciones de Mendaña  Yebra y otras de los vecinos por una supuesta estafa e inflación de los precios del vino al vender Juan de Torres vino procedente de otros lugares en momentos previos a la cosecha.
Juan de Torres permanecería mucho tiempo todavía en la ciudad, como alcaíde del Castillo en el que acometería labores de mantenimiento e incluso engrendecimiento como la construcción de la llamada torre de los Reyes Católicos que contaba con sus armas y pregonaba sus nuevos propietarios, borrando así mismo ciertos símbolos e inscripciones puestas por el conde de Lemos Pedro Álvarez de Castro. Estas serían las últimas obras y acondicionamientos que vería el edificio ya que tras su alcaídia la fortaleza iría comenzando a abandonarse e incluso usarse como cantera, perdido su valor militar ante el nuevo órden de cosas.
El balance final de su “alcaldía” a pesar de pequeños incidentes como el de la estafa en el vino pudiera aseverarse como positivo para la naciente ciudad, y prueba de ello es que permaneciera largo tiempo como alcaide del castillo, siendo incluso nombrado de nuevo como tal en época de Juana de Castilla 1509, tiempo después fallecería, hacia 1518. Rodrigo de Lemos nunca estaría del todo satisfecho con la pérdida de su posesión más preciada y en 1507 ante la debilidad de la Corona tras la muerte de Felipe el Hermoso -y en el breve ínterin en que Torres estaba fuera del cargo de alcaide- tomaría de nuevo la fortaleza, siendo también expulsado diplomáticamente, alejándose ya de forma definitiva el “medievo” de Ponferrada.

Debemos el profundizar en el conocimiento específico de este personaje al su hasta ahora único biógrafo, el profesor Justo Magaz.

lunes, septiembre 02, 2013

La herencia de los Valdés.


Del rentismo decimonónico a la obra social contemporánea.
El apellido de los Valdés es conocido en El Bierzo y especialmente en Ponferrada como sinónimo de riqueza y propiedades, y como testimonio de esto y su importancia histórica una de las calles principales de la ciudad recibe desde 1980 su nombre, sustituyendo al del general Sanjurjo.
Esta familia fundada por un dinámico y emprendedor asturiano de la pequeña hidalguía que emigrara a la provincia de León a fines del siglo XVIII llegaría a lo largo del siglo XIX a acumular un ingente patrimonio de la mano de sus dos figuras principales Antonio Valdés Barrio (junto también a su padre de igual nombre) y su hijo Daniel.
En el contexto de las desamortizaciones de Mendizábal que pusieron en venta las propiedades llamadas de “manos muertas” en poder de la Iglesia pasan a manos de una incipiente burguesía comercial en la que se encuadran los primeros Valdés, así como otros personajes que hemos tratado en otras ocasiones pertenecientes al sector liberal. El caso de los Valdés es distinto al de otros como los Fernández Baeza, Garza o Rueda, y se encauza a un rentismo radical con leves atisbos capitalistas, basado en el prestamismo, los foros feudatarios y arriendos, la usura e incluso la especulación del grano, sólo acudiendo a la política como forma de defender sus intereses de clase con pocas o ninguna preocupación social. Así tenemos como estas masas de propiedades eclesiásticas desamortizadas pasan a una situación probablemente similar a la anterior.
Antonio Valdés (1806-1881)pronto ve estas oportunidades y se va haciendo con gran cantidad de ferrerías, prados y demás fincas procedentes de monasterios como el de San Pedro de Montes, Carracedo o las propias madres concepcionistas de Ponferrada. Así mismo adquiere gran número de fincas rústicas de la ciudad lo que lo convertirá en al menos el tercer hombre más rico de Ponferrada, una de ellas sería donde se edificaría la conocida y bella casa de los Valdés, entre la calle Paraisín y Jardines. Viendo la oportunidad de la política, aprovechando sus estudios universitarios en Derecho, como forma de acrecentar su éxito se hace con diversos cargos como edil en el ayuntamiento, diputado en las Cortes e incluso llega a ser senador, aprovechando el contexto de diferentes obras públicas en su beneficio como las del ferrocarril y carretera a la Coruña. Sólo la eclosión revolucionaria de 1868 –la llamada “La Gloriosa”- que destrona a Isabel II y propone nuevas relaciones sociales y sufragios, ocasiona quebraduras en esta clase rentista aunque pasados los primeros momentos de desestabilización los Valdés que son incluso víctimas en esos momentos de algunos pleitos y protestas contra sus rentas logran reasentarse políticamente en el Senado y como magistrado del Tribunal Supremo .
Daniel Valdés (1847-1908) como heredero de su padre logra incluso acrecentar el patrimonio familiar (construyendo en la finca de San Blas, en la localidad de Campo, las famosas torres neogóticas y estanque que aun hoy se contemplan entre la floresta desde el puente sobre el Boeza que conduce a Molinaseca, cual cuento de hadas, lugar que como muchos otros del Bierzo merecería un aprovechamiento turístico y por contra es pasto de la vegetación). Tras haberse formado como abogado accede igualmente a diferentes cargos políticos siguiendo así mismo la trayectoria paterna hasta llegar a ser senador (logrando por birlibirloque su votación como representante de la provincia de Santiago de Cuba). Tuvo leves atisbos de compromiso social al lograr fondos y la instauración del Instituto de Segunda Enseñanza en el antiguo edificio agustino, el hoy Instituto Gil y Carrasco o el tibio intento de traer un tribunal de mayor importancia a la ciudad. Sin embargo en aciagos momentos en los que la aguda crisis de la filoxera (1888-1893) -y en los de la crisis colonial de 1898 que conduce al Desastre nacional- que afecta a la única labor industriosa berciana de aquellos tiempos, el viñedo, en que otros rentistas como Isidro Rueda acceden a una rebaja de los intereses de préstamos y foros dado el colapso, los Valdés son de los únicos que se niegan ante la expectativa de impago.

Sin embargo el fallecimiento de Daniel en 1908 –el año que se produce el nombramiento de Ponferrada como ciudad- conduce a una larga crisis con su herencia. Sin haber formalizado testamento y sin dejar hijos su matrimonio con María Encina, hija de importantes empresarios ferreros, sus propiedades se dividen entre su hermana Mexista y su viuda. A partir de las hijas de su hermana comienza un largo paso entre los hijos de estas que conllevan finalmente a la figura del famoso “Fustegueras”, Miguel Eugenio Fustegueras Álvarez-Valdés (1895-1961)personaje pintoresco que fallece igualmente soltero y sin herederos en 1961, con así mismo un testamento complicado que conduce a largos litigios y procesos casi hasta 1997. Primeramente hace un testamento en que lega toda esta herencia a los ciudadanos nacidos en el partido de Ponferrada, y luego encontrándose al parecer en condiciones de salud no buenas un segundo que reparte no entre sus familiares sino entre sirvientes, médicos y consejeros. El ayuntamiento de la ciudad (destacando la labor del alcalde franquista Juan Fernández Buelta) e inicialmente sus familiares luchan por invalidar el segundo y logran finalmente hacer legal el primero lo que conduce a la creación de una Fundación social en colaboración con el Ayuntamiento y la Iglesia para la construcción de una Residencia de Ancianos en Campo (como pretendía Fustegueras en su primer testamento) y otras labores sociales por todo el municipio y comarca. 

Así por fin como indica su biógrafo Miguel J. García las propiedades retornan a la ciudadanía. Los restos de los Valdés con este gran gesto final de su último heredero pasan justamente al panteón de personajes ilustres de la ciudad y a nombrar una de sus calles, en la cual recientemente tras un largo proceso de remodelación y litigios en torno a ciertos propietarios (haciendo honor a otros largos litigios que parecen ir adscritos al apellido cual maldición) ha sido colocada una estatua sedente e ignota de Miguel Fustegueras, uno de los mayores benefactores de la ciudad.

lunes, abril 15, 2013

Ángel Pestaña Núñez


UN PECULIAR ANARQUISTA BERCIANO
Uno de los políticos más importantes que ha dado el Bierzo es este peculiar anarcosindicalista nacido en Santo Tomás de las Ollas en 1886, pueblo por aquel entonces ya unido a Ponferrada. Si bien es cierto que debemos admitir que su relación con el Bierzo fue realmente escasa, sirviendo sólo como su lugar nacimiento y de procedencia de su familia (procedente por parte paterna de Cubillos del Sil y por la materna del propio Santo Tomás), una zona que visitaría en muy contadas ocasiones. Y es que la aguda crisis que sufría la comarca en el momento de su nacimiento fundamentada en torno a la filoxera (enfermedad del viñedo que había arruinado el único recurso comercial de la zona) ocasiona un gran éxodo que afecta también a la familia de Pestaña que siendo un bebé se ve ya forzado a la emigración, algo que caracterizaría toda su biografía, el casi constante estado de tránsito y penurias. Ya siendo un niño se ve arrojado a una azarosa existencia, al parecer con un padre maltratador que mueve a su madre a la huida con su hermana pequeña, quedando Pestaña con el padre. Aun con ello nunca se mostraría vengativo con respecto al abandono de una madre que nunca llegaría a conocer ni de un padre que sólo le acompañaría hasta los 14 años en que fallece dejándole huérfano pero que recordaba como bienintencionado a pesar de la violencia que imponía en su educación.
Probablemente estas cuestiones ocasionarían su conocido carácter reservado, desapasionado, esforzado y a la vez humilde en nuestro personaje, el caballero de la Triste Figura como le llamarían sus amigos, también a causa de su aspecto físico, alto y desgarbado. Desde tierna edad se inició como autodidacta ante la imposibilidad de una educación reglada, comenzando a leer toda clase de géneros desde literatura hasta teatro, y se interesaría pronto por la política cuando llega a sus manos un escrito anarquista sobre un antiguo soldado de las guerras de Cuba que se quejaba de la injusticia social del momento. Acometía estas lecturas en el poco tiempo libre que le dejaría una vida de duros trabajos, ya iniciándose como un niño de escasos 11 años como pinche en una mina de Vizcaya, llena de peligros y ajena a cualquier seguridad. Poco después el quedarse huérfano le dejaría en una posición más penosa si cabe, llegando a vivir prácticamente como vagabundo durmiendo en vagones abandonados y practicando multitud de profesiones.
Recorre la geografía española como minero, albañil, embalador de almacén, fogonero, ayudante de guardarropía en un Teatro (lo que le permitía estar en relación con un ambiente que le interesaba), incluso en una suerte de compañía artística que abandona al no congeniar demasiado el ejercicio de la profesion circense con su forma de ser, o llega a cruzar la frontera en dos ocasiones para trabajar en Francia donde conoce a una aragonesa que sería luego su mujer. Finalmente emigra a Argel donde aprende el oficio de relojero que sería el que mejor le definiría. Pronto, con motivo del estallido de la  IGM y para evitar la recluta en Francia regresa a España, instalándose en Barcelona donde finalmente entraría de lleno en la carrera política. Anteriormente por haber participado en Huelgas ya había sufrido prisión -y la sufriría en diversas ocasiones posteriormente- y algunos maltratos, pero en  Cataluña inicia su militancia en el sindicalismo.
Sería su ideal político muy peculiar dentro del anarquismo, al concordar con su carácter sereno un espíritu moderado, contrario a la revolución, al pistolerismo y al comunismo, contrario también al separatismo catalanista de su región de acogida, en definitiva buscando un desarrollo de la sociedad que sustituyera al capitalismo de la época sin necesidad de destruirlo y a través de una formación de la sociedad y la educación del pueblo. Esto le llevaría a conflictivos debates con otros líderes radicales de la CNT en la que se integraría por largo tiempo, como Seguí, Durruti o García Oliver, y a ser víctima de iras internas y externas llegando a ser víctima de un atentado derechista en 1922 al que sobrevive milagrosamente. Sin embargo dado su origen y trato humilde, su capacidad para entender a los obreros le granjearían gran éxito entre la población obrera alcanzando por breve tiempo el puesto de Secretario General de la CNT hasta que las fuertes disensiones internas le hicieran firmar el llamado manifiesto de los 30 y crear en 1934 un nuevo partido al margen de una CNT invadida por el radicalismo revolucionario de la FAI, formación de breve vida como la que restaba a nuestro protagonista (el Partido Sindicalista).
Sus primeros pasos en política los daría como director del periódico cenetista Solidaridad Obrera en el que descubre indignado una trama del espionaje alemán que sobornaba al periódico para causar agitación en Barcelona y así afectar al comercio con su enemigo Francia durante la IGM. Igualmente en este contexto desenmascara al jefe de la Policía de la ciudad que participaba en una oscura red germanófila asociada a asesinatos de empresarios aliadófilos y que por ello es expulsado del cuerpo.
Pero acontecimientos más ilustrativos de su pensamiento político fueron las críticas que realizó en el viaje en 1920 como representante de la CNT a Moscú en el marco de las reuniones del segundo congreso de la IIIª Internacional, sus informes internos ocasionaron que la CNT decidiera no adherirse a la misma. Pronto observó con agudeza el opresivo ambiente totalitario, la manipulación propagandística y la ausencia de capacidad de discusión, aunque no dudo de discutir e incluso enfrentarse con gigantes como Trotsky o el propio Lenin a los que causo impresión, como a Trotsky que llegaría a tildar a nuestro berciano de “Pope laico”. Un tema al que especialmente se oponía era el de la teoría de la “Dictadura del Proletariado” que preconizaba Moscú, al igual que la subyugación del individuo a un divinizado Estado policial, considerándolo una tiranía mayor que contra la que luchaba. Su biógrafo Ángel María de Lera llega a resumir estos sucesos de esta manera:  “ la suya es la primera gran voz que dice la verdad sin vacilaciones ni equívocos sobre lo que estaba ocurriendo en el imperio de los zares heredado por Lenin”.
Llegaría a conocer grandes personajes del momento como Einstein durante un controvertido encuentro en 1923 en que el científico parece que se le declaró “revolucionario, en la ciencia”, aunque posteriormente más que detractarse, negó ese polémico aserto.
Igualmente en un ligero ejercicio de funambulismo tendría encuentros con José Antonio Primo de Rivera que no llegaron a puerto al considerarle Pestaña como una persona de posición acomodada incapaz de entender a los obreros y observar un alejamiento teórico insalvable. Habría otras tentativas falangistas de acercamiento por parte de Ruiz de Alda, Luys Santa Marina o Ramiro Ledesma Ramos, todas sin resultado.
Durante los últimos momentos de su vida hasta su muerte por enfermedad en 1937 se aleja de los debates y problemas internos para empeñarse en la lucha de la Guerra Civil al lado del resto de partidos frentepopulistas, llegando a visitar el frente y ser herido por una granada así como formar una pequeña milicia con los miembros de su partido que llega a tener 30.000 militantes antes de su fallecimiento, tras lo que se deshace. Sin embargo aunque llegaron a ofrecerle desde el gobierno un puesto como ministro, este se niega ante la condición que le imponen de suprimir su partido.
En conclusión podríamos decir que la agudeza de nuestro protagonista  así como sus orígenes humildes le hicieron un raro ejemplo de político de su tiempo, muy alejado de las demagogias propias del período que conduce a la Guerra Civil española, preocupado sincera y racionalmente por la mejora de las condiciones de vida y laborales de los trabajadores. Quedándonos para terminar de nuevo con las palabras de su biógrafo y antiguo militante, Ángel María de Lera: “Cabe, por lo menos, suponer que si en el último parlamento de la República hubiera habido medio centenar de diputados sindicalistas, en vez de dos solamente, dirigidos por la experiencia y la cordura de Pestaña, tal vez la Historia hubiese tomado otros derroteros”.

viernes, abril 05, 2013

El transcurso de la Guerra de la Independencia en El Bierzo, aspectos militares y sociales.


 «El 24 de abril de 1808 los habitantes fieles de León gritaron: mueran los franceses»
Tras aprovecharse de las desavenencias internas  -entre el partido fernandino, Carlos IV y Godoy- Napoleón, engañando sus objetivos con la toma de Portugal, pasa a ocupar fácilmente España, aprisionando a la Casa Real en Bayona.
León sería uno de los primeros lugares en que se produjo la sublevación popular contra el francés, al poco de llegar las primeras noticias sobre lo sucedido el Dos de Mayo en Madrid y las órdenes llegadas de someterse a un cambio de dinastía hacia el 27 de Mayo de 1808 se producen fuertes disturbios y algaradas que fuerzan a unas dubitativas autoridades civiles y nobleza a adherirse a la sedición. Un grupo de patriotas al margen de las autoridades redactan la llamada “Proclama de León”, antinapoleónica, que un estudiante hace llegar a Galicia donde origina el alzamiento de esta región. La Junta de León se une a Asturias en su rebelión, adelantándose pues a Galicia y Castilla.
Estos impulsos a nivel general parten en primer lugar de la pequeña burguesía liberal y el partido fernandino (que estaba preparando una conspiración pero se le adelanta el impulso popular) a los que se adhieren pronto el pueblo llano y en segundo lugar el clero.  Una interminable crisis económica, el alza de la inflación y fiscalidad junto con la prolongada crisis política tras los sucesos del motín de Aranjuez así como la presencia amenazadora de 100.000 soldados franceses causan que estos sectores pugnen por la defensa del trono en la figura de Fernando VII y la expulsión del ocupante.
A pesar de no contar la provincia con tropas regulares y encontrarse en la cercana Palencia un acuartelamiento francés, pronto se decide formar milicias y las llamadas Juntas de gobierno. Se busca la figura del comandante militar de Castilla Gregorio de la Cuesta que aunque inicialmente dubitativo pronto se suma a la causa y sería una pieza clave en el discurrir de posteriores acontecimientos. A su vez se propone el mando también de un capitán retirado originario de Cortiguera del Bierzo, Tomás Sánchez que pone reparos a los altos puestos que se le ofrecen aunque accedería a hacerse cargo de una División de Voluntarios del Bierzo en formación, también figura importante aunque en forma bastante negativa. También sería relevante la figura de otro militar retirado, el coronel Don Leandro Ossorio Quindós, de San Juan de la Mata, que a pesar de su quebrantada salud se pondría al cargo de unidades militares para al poco tener que ceder el mando a sus hijos Antonio y Francisco que establecerían la lucha de guerrillas en el Bierzo.
Igualmente se establecen las Juntas Provinciales y locales, entre estas últimas la de Villafranca en la que surgen diversas desavenencias con el resto de órganos, pronto entra en choque con la de Galicia al mostrarse contraria a la política defensiva de esta que buscaba asegurar solamente el Noroeste sin entrar en acciones ofensivas en Castilla, de este modo al hacerse Villfranca con dos millones de reales sustraídos a los franceses que los llevaban a los arsenales de Ferrol se niega a dárselos a la de Galicia y servirán posteriormente para aprovisionar al marqués de la Romana. Así mismo defendiendo la autoridad del capitán general de Castilla Gregorio de la Cuesta contra la autoridad discrepante de la Junta de León en voz de su Presidente Antonio Valdés, también esta Junta reclamaba el dinero incautado a los franceses que los villafranquinos se negarán a entregar y posteriormente utilizarían para sufragar los movimientos del ejército de Galicia hacia Castilla. Otra tensión fue su rechazo a la autoridad de Tomás Sánchez pese a ser berciano y preferían a Don Leandro Ossorio Quindós, al que finalmente pondrían al cargo de sus levas. Igualmente surgurían conflictos entre la junta local de Villafranca y Ponferrada por primacías en el mando. Por todo ello la localidad berciana se vería carente de diputado representante en la Junta del Reino de León durante buena parte del conflicto.
El reclutamiento de milicias comenzaría pronto, sin embargo el fervor patriótico aun siendo elevado no lograría las cifras esperadas de 8000 combatientes, entre otras cosas a causa de la perentoria organización y autoridades militares que garantizaran la recluta. Sólo se lograría armar a unos 2400 leoneses. En el ínterin se producirían algunos desórdenes entre la tropa lo que haría que la entrega de armas se decidiera retrasar. La falta de tropas profesionales era acuciante, contando sólo con un puñado de oficiales de carrera y viéndose obligados a ascender al grado a jóvenes de las familias burguesas o hidalgas de la provincia, sin experiencia militar alguna, en confianza de que serían respetados por una tropa mayormente formada por paisanos iletrados.
Estas tropas formarían tras cuatro semanas de instrucción tres tercios de infantería entregados en Benavente al general Cuesta desde donde se dirigirían con el resto de tropas de los ejércitos de Galicia y Castilla a la infausta Batalla de Medina de Rioseco el 14 de Julio de 1808 donde formarían las unidades bercianas puestos de vanguardia, especialmente el llamado batallón de Clavijo –por llevar este pendón medieval-  formado mayormente por bercianos y maragatos al mando del berciano Mariano Baeza. Las inexpertas tropas españolas serían batidas con facilidad por los franceses, mayormente por discrepancias en el mando entre Cuesta y Blake que se retirarían uno a Salamanca y el otro al Bierzo y Galicia, el batallón de Clavijo lograría defender la retirada y salvar su artillería.
Tras el descalabro cundiera el pánico, retirándose la Junta de León a Ponferrada y desertando el 60% de los restos del ejército. Sin embargo justo a tiempo llegaron noticias de la victoria de Bailén (22 de Julio 1808) por el ejército de Andalucía del General Castaños. Los franceses que estaban a punto de entrar en Astorga deciden retirarse más allá del Ebro, huyendo Jose I de Madrid. Así mismo el gobierno británico envía desde Asturias 5 millones de reales para equipar una división de voluntarios en León.
Reiniciándose con ello un nuevo proceso de alistamiento no exento de problemas ante nuevas discrepancias entre el General Cuesta y Antonio Valdés, y las abundantes exenciones a la hora de escoger los reclutas cuyos ánimos se enfriaban a la hora de partir a la guerra conduciendo a algunas deserciones y amiguismos. Se fijaría un nuevo cupo inalcanzable de 10000 reclutas de los que se reclutarían 6000, aunque con el dinero británico se lograría la confección de gran número de uniformes que dieran aspecto menos bisoño a los soldados. Se llegó a realizar un uniforme especial para el 5º regimiento de Voluntarios de León, reclutados en el Bierzo.
Estos voluntarios serían enviados en septiembre de 1808 al Ebro tras largas marchas, al paso del puente de Logroño donde debería en el plan del Consejo de Generales de Castaños colaborar en una supuesta táctica de rodeo y flanqueo de los franceses, aunque al final sólo se decidiría la defensa del puente y vados. El 5º Regimiento Berciano estaba a las ordenes del veterano Leandro Ossorio y compuesto de 1300 hombres aunque muy falta de oficiales. El también berciano Tomás Sánchez despreciado por la Junta de Ponferrada en beneficio de Leandro Ossorio, sin embargo recibiría el mando del 3º regimiento formando por voluntarios de Astorga. Al llegar a Logroño, Cuesta decide no formar una División Leonesa dada su escased de tropas integrando estas y dispersándolas entre diversas unidades del ejército de Castilla. Precísamente nuevas desavenencias de Cuesta con Antonio Valdés (de la Junta de León), provocaron el encarcelamiento de aquel en Aranjuez, lo que provocó una gran bajada de ánimos en el ejército castellano cuyos oficiales adoraban al veterano general. Se integrarían en el ejército del Centro de Javier Castaños y bajo el mando de un nuevo general, inexperto Juan Pignatelli que llevaría la campaña al desastre y a la prematura disolución de sus ejércitos.
Por el lado contrario un furibundo Napoleón, el  mismo se puso al mando de su ejército trayendo consigo a sus más expertas unidades procedentes de la frontera austríaca lograría batir a los ejércitos españoles apostados en el Ebro sin mayores dificultades. En el sector de Logroño se aprestaron unos 10000 soldados imperiales para tomar el puente. Uno de los vados cercanos, el del llamado Molino de Assa (El Cortijo, La Rioja) era defendido por la unidad berciano-astorgana al mando de Tomás Sánchez junto a tropas sorianas que se distinguieron en su defensa durante tres días hasta que un atemorizado Pignatelli (27 de septiembre) decide aun invicto una apresurada retirada y evacuación de Logroño sin siquiera destruir el puente para no alertar a los franceses. Los franceses se aperciben pronto y no se produce una desbandada gracias a la cobertura de la retirarada por el general leonés Castañón. En la retirada también se distinguen los esfuerzos de las tropas bercianas de Leandro Ossorio.
Castaños recibe furioso estas desalentadoras noticias y ordena la disolución de los regimientos de nueva creación del ejército de Castilla. La vergüenza de volver así a León y el temor de ser detenidos como desertores hará que muchos se resistan a regresar.  Algunos alistados de la antigua división leonesa van pasando a otros cuerpos como el caso del regimiento berciano que es dispersado entre una unidad formada por andaluces, causándoles esto desmoralización y deserciones. Con todo ello Tomás Sánchez lograría que se deshiciera esta equivocación y se formó un único regimiento de Voluntarios de León, aunque Sánchez no volvería a tener ningún mando regimental en la guerra.
A la toma de Madrid por Napoleón sigue una conocida campaña entre finales de 1808 y comienzos de 1809 persiguiendo Soult al ejército expedicionario de Moore que conduciría a la desolación desde Benavente a Piedrafita, quedando el Bierzo inerme a la invasión francesa. Una violenta sublevación de los gallegos conduciría a los franceses a retirarse a León tras seis meses intentando someter la región. También en el Bierzo los restos de los ejércitos forzosamente licenciados o derrotados forman la base de un grupo de partidas guerrilleras organizadas por los hijos de Leandro Ossorio que falto de fuerzas y salud se retira, son los llamados “Tiradores Francos del Bierzo” que son reconocidos por la Junta de León. Así mismo La Romana  reconquista Villafranca el cual anima a los guerrilleros a continuar, posteriormente como recompensa estos cuerpos guerrilleros son ascendidos a unidad militar, el cuerpo de Tiradores del Bierzo. Tomás Sánchez trataría de volver a aparecer en escena y vengativo, vierte cizaña contra La Romana, siendo de nuevo desautorizado.
Entre las acciones más importantes de este cuerpo de tiradores francos se encuentra la captura de la guarnición de Congosto el 10 de marzo de 1809, y la liberación de Bembibre y Portazgo de la Torre. También la escaramuza del campo de San Bartolo en Cacabelos en la que logran causar 37 bajas a los franceses del mariscal Ney aunque acaba en tablas, o la del lugar de Torre en que capturan varias vituallas. Es importante para conocer estos hechos bélicos los manuscritos conservados en San Pedro Castañero, escritos por su párroco.
También conocemos de terrorismo contra la población civil por las tropas francesas como en el propio San Pedro Castañero el 27 de Junio de 1809 en que asesinan al cura y varios paisanos, prendiendo fuego al pueblo.
Los Tiradores del Vierzo  participarían en la expulsión de los franceses de la Bañeza (agosto 1809) y serían los primeros en entrar en el puente de Cebrones sobre el Órbigo como adscritas a la división de vanguardia del nuevo Ejército de la Izquierda (que sustituía en denominación entre otros al de Galicia).
Napoleón ordenara una nueva invasión de Portugal y acabar con la resistencia española, mandando a las bregadas tropas de Junot procedentes de Bohemia, sus objetivos principales son Astorga y Ciudad Rodrigo para aclarar el paso a Portugal. Astorga también era una ciudad importante para el mando español ya que daba acceso a aprovisionarse del trigo castellano al ejército gallego y aseguraba mejores comunicaciones asi como animar a la Junta de León en su resistencia. El capitán de Asturias, Galicia y León, Nicolás Mahy, envía por ello a sus mejores unidades a la defensa de las murallas antiguas de Astorga (poco resistentes al fuego de artillería moderna) comandadas por el gobernador JM Santocildes, unos 2700 hombres entre los que se cuentan las compañías de Tiradores del Bierzo. La ciudad actuaría durante meses como rompeolas ante los franceses, en todas las acciones de defensa y avituallamiento que llegaron a llevar hasta Benavente participaron los Tiradores. En Marzo 1809 llega el propio Junot cerrando totalmente el sitio, sellando el destino de la ciudad. Tras un día entero de bombardeo que es oído incluso en León ciudad, abre una brecha que conduce a la rendición de la plaza el día siguiente 21 de Abril de 1809. Los españoles sufrirían unas 60 bajas y varios centenares los franceses. Las tropas españolas son hechas prisioneras y mandados al cautiverio a Francia, sin embargo en una gran evasión muchos logran escapar (40% de soldados y 60% de oficiales) entre ellos varios de los hijos de Leandro Ossorio (menos Antonio que permanecería en Francia hasta 1814) y regresar al Bierzo donde reformarían los Tiradores del Bierzo y se mantendría a raya a los franceses en Foncebadón y el Manzanal durante el resto de 1810.
Sin embargo una reorganización de las unidades de pocos efectivos conllevaría la disolución de esta unidad berciana que se reintegraría en el regimiento de Voluntarios de León en 1811 cuerpo que sería integrado en su mayor parte por gentes de la comarca, al ser la única libre de ocupación francesa. Con su experiencia colaborarían en la recuperación de Astorga en 1812 tras otro asedio en un camino que conduciría a la victoria final en 1814.

Mayor información en: INICIO DE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA EN EL BIERZO Y LAS TROPAS BERCIANAS DURANTE EL CONFLICTO. Arsenio García Fuertes. Revista del IEB 2008.

De la misma temática en este mismo blog ver más resumido: 1808: El Batallón de Tiradores del Vierzo