jueves, octubre 19, 2006

El Bierzo de los castros

Algunos apuntes sobre esta época remota.

Con el paso del Bronce Final a la Edad del Hierro se produce en nuestra región el fenómeno de la Cultura Castreña del Noroeste en la que participa junto a resto del Noroeste peninsular ( Galicia, Norte de Portugal, Oeste de Asturias y Zamora y la región del Sil). Todavía faltan unos necesarios estudios arqueológicos en profundidad para llegar a un conocimiento pormenorizado de las características que tuvo esta época en el Bierzo si bien podemos aseverar algunas generalidades:

A diferencia del resto de la provincia de León en El Bierzo no hay fundamentos palpables para hablar de un estrato de la Cultura Soto de Medinilla. Cultura propia del Valle del Duero y que se extiende al menos hasta las estribaciones de los Montes de León. Solamente algunos hallazgos aislados y de identificación o contextualización complicada darían pié a hablar de una extensión de Soto en El Bierzo. Sin embargo dado que conocemos mejor la etapa del Hierro II caracterizada sin dudas como Castreña del NO. podemos pararelizar con el resto de áreas que la integran y en las que se da el paso directo sin dilaciones soteñas en el Hierro I. La extensión de esta cultura llega a los confines de la orla montañosa de los Montes de León a partir de donde se diluye con las culturas soteñas y celtibéricas propias de la Meseta y el Valle del Duero hasta el área del rio Órbigo. Las influencias tardías de la Cultura Celtibérica de la Meseta que ejemplifican yacimientos leoneses como el gran opiddum de Lancia tampoco cruzarían Foncebadón.

La C. Castreña tiene como nota definitoria sus hábitats, tan comunes y conocidos en El Bierzo, los “castros, tesos o coronas” que se reparten por todos nuestros pueblos. Se trataba de poblados fortificados por una muralla de piedras y taludes sobre un foso (de alrededor de 1-2 ha.), su posición era siempre estratégica en altura –sobre colinas, normalmente de escasa altura y aisladas, tan abundantes en la región- para facilitar la defensa y el control de los fértiles terrenos agrícolas de las vegas a sus pies y en los que se basaba una economía autárquica y de subsistencia, solamente con algunos suplementos de ganadería -sobre todo de la cabaña caprina y vacuna- y la caza . Se trataba de oscuras comunidades campesinas independientes con contactos escasos entre ellas, solamente algún intercambio comercial testimonial, sobre todo productos artesanales -de prestigio o utilitarios (en su austera decoración artística destacan los entralazados en SSSs típicamente célticos)- y metalúrgicos dependiendo de las bondades de recursos extraordinarios que poseyera cada enclave. A pesar de esta fuerte fragmentación y ausencia de jerarquización entre enclaves, compartían los elementos culturales y de identidad común como eran el aspecto religioso, social, idiomático y folclórico. Seguramente se produjeran encuentros entre castros de tipo religioso o matrimonial. Estas comunidades cerradas sobre sí mismas no tenían porque ser necesariamente guerreras o combativas, dado que los enfrentamientos serían escasos dada la abundancia y extensión de las tierras y la baja densidad demográfica, así como la ausencia de excedentes que dificulta la formación de elites o clases guerreras, así mismo la arqueología ha hallado pocos testimonios armamentísticos a diferencia de los agrícolas. Las obras defensivas más bien servían para dar identidad y definición a cada clan en una época de peligros. El interior del recinto se encontraba en un estadío proto-urbano qué seguía como patrón organizativo la línea de la muralla con chozas agrupadas caóticamente, comúnmente de formas redondeadas, alzadas en piedra y cubiertas por techados de materiales vegetales, similares a las actuales pallozas (no sabemos si éstas derivan de aquellas con certeza), la cercanía de la meseta influye en que encontremos abundancia de construcciones cuadrangulares, por ejemplo en el Castro en construcción de Borrenes que se asocia con influencias de gentes huidas de la Meseta ante el avance romano. No se perciben diferencias económicas acentuadas entre unidades de habitación, un buen ejemplo excavado es El Castrelín de San Juan de Paluezas o Castro Chano en Peranzanes (aunque este último sea más vistoso tiene menor valor al verse influido ya por el mundo romano).

La mayor parte de lo que sabemos sobre este fenómeno cultural lo sabemos por mediación de los romanos o por yacimientos e inscripciones de esta época (el dominio romano se hizo efectivo entre 19-15 a.C. tras sangrientos enfrentamientos con los indómitos abórigenes), en la que extrañamente culminó el desarrollo de esta cultura si bien con amplios cambios propiciados por los romanos, sobre todo la jerarquización social y de los poblados. Hechos que podemos comprobar bien en los yacimientos de la Zona Arqueológica de las Médulas. Los romanos adscribieron al Bierzo en el Convento Jurídico de los Astures ( Conventus Iuridicum Asturum) que incluía amplias partes de las actuales provincias de León, Asturias; Zamora, Orense e incluso Portugal, patrón administrativo que luego resucitaría la institución eclesiástica como legitimación altomedieval, con el llamado Obispado de Astorga. Hay quien trata de ver en este ámbito administrativo un reconocimiento cultural de una nación “astur” prerromana, aventurada hipótesis que se viene abajo al estudiar la arqueología y por tanto la plasmación cultural y social que arroja amplias diferencias culturales previas en estas zonas: sobre todo constatables en el apartado religioso y de el emplazamiento y tipología de los hábitats. Así pues este pueblo astur no sería más que una mera identificación administrativa foránea realizada por los romanos para facilitar su política económica, sobre todo la minera centrada y dirigida desde el núcleo de Asturica Augusta (Astorga).

Así pues vemos como en El Bierzo encontramos una cierta mezcolanza cultural pues aunque la adscripción gentilicia que arroja la epigrafía es mayoritariamente castreña/galaica definida por el fenómeno epigráfico de las “C” invertidas que vinculan al individuo con su propio castro y no con la tribu, a diferencia del resto del supuesto territorio astur en el que se caracteriza la filiación en tribus, sin embargo también hay algunos casos de este tipo en la región. Ejemplos de ello es la conocida estela de la Centuria/Castellum Queledini y los testimonios arrojados recientemente por el Bronce de Bembibre con lo que podemos hablar de al menos tres tribus bercianas: los Susarri ( capital en Paemeiobriga, nombre del que podría derivar el actual Bembibre, según algunos investigadores significaría “poblado entre ríos”, tesis reforzada por el nombre de la mansio romana de Interannium Flavium situada en la misma zona) y que se situarían en el Bierzo Alto), los Gigurri ( situados en Valdeorras –cuyo nombre deriva de “valle de guigurros”- con extensiones en comarcas bercianas vecinas, una de sus primitivas ciudades sería Ailobrigiaecum, que nos recuerda a los allóbroges de la Guerra de las Galias) y los Lougei ( situados en el entorno de los castros de Vega de Valcarce –poblado de Uttaris-, quizás también extendidos hacia Lugo). De esta época procede el propio nombre del Bierzo, en Bergidum, nombre que recibía el gran castro de Castro Ventosa y de clara adscripción indoeuropea que viene a significar ingenuamente “Poblado fortificado sobre la montaña” (de las raíces Berg-=montaña, constatable todavía hoy en el alemán moderno y Dum- que aparece en otros poblados irlandeses como Dun o Dunum en la Galia) y que en época romana se convertiría en la importante ciudad de Bergidum Flavium que continuaría su trayectoria nuclear comarcal hasta bien entrada la alta edad media.

El aspecto religioso se define como clásicamente indoeuropeo o céltico y pone en común esta área con Galicia, por ejemplo en las divinidades guerreras con el prefijo COSS- COSSUE- muy abundantes en la zona. Habría otras divinidades femeninas de tipo protector como Mandica, Deganta, Tutela Bolgensi ( el nombre de este clan o unidad secundaria, bolgenses, recuerda al galo Bolgios que saqueó Delfos), estas divinidades femeninas sería en origen de las posteriores vírgenes cristianas, tan características del Bierzo. Otra divinidad guerrera sería DEO BODO, que se pone en relación con nombres de dioses/diosas irlandeses y de la Reina Boudicca britana. También aparece el dios Craro, vinculado a las aguas por casos similares hallados entre los galos. Los lugares de culto serían los claros de los bosques y las montañas, como parece ser el caso de La Guiana ( pico de referencia y de carácter sagrado en el Bierzo desde épocas remotas y curiosamente con posterioridad dedicado al culto mariano y objetivo de romerías y eremitas ) y el Campo de las Danzas, así mismo el montículo pétreo de la Cruz de Ferro, asociado a divinidades de los caminos y las fronteras/encrucijadas asimiladas por los romanos con Mercurio.